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João Pedro Stédile, miembro del MST brasileño, rescata la discusión regional en torno a los movimientos sociales y su vinculación con las herramientas partidarias de nuestro países.
En el pasado reciente, desde los tiempos de la dictadura y hasta el neoliberalismo, la clase dominante en el campo estaba controlada por los latifundistas atrasados. Y cada vez que hubo algunos conflictos laborales o la ocupación de tierras o intento de desalojar a antiguos trabajadores ocupantes, los terratenientes utilizaron la violencia física y pretendían eliminar a los dirigentes de los trabajadores. Para que tengamos una idea, de 1984 a 2004, ya en la democracia formal, fueron asesinados más de 1.600 líderes y sólo 80 personas culpables fueron a juicio. En la última década, la clase dominante en el campo se transformó y ahora quienes mandan son empresas transnacionales y hacendados modernos. El MST tiene el papel histórico de continuar organizando autónomamente a los pobres del campo, que luchan por la tierra, por trabajo, por mejorares condiciones de vida. Lamentablemente el agro-negocio, mancomunado con el poder económico, del que es socio importante, con los medios de comunicación, han creado la ilusión en la sociedad brasileña que la agro-negocio es la solución. Y ocultan que aumentan la productividad expulsando a miles de trabajadores, utilizando venenos en forma intensiva; ocultan también que han transformado a Brasil en el país que utiliza más venenos y que tiene los alimentos más ha contaminado del mundo. Y esto provoca cáncer en 400 mil personas por año en Brasil. Es decir, agro-negocio produce ganancias; produce, pero para media docena de hacendados y empresas transnacionales. Por otro lado, tenemos 4 millones de familias de campesinos, pobres, sin tierra, sin trabajo. Muchos viven en las periferias de las ciudades. Tenemos 10 millones de analfabetos en el interior del país. Tenemos 5 millones de familias que viven en el interior y ¡que dependen del ‘Bolsa Familia’ para comer! Entonces tenemos mucho trabajo por delante: organizar a los pobres en el campo. Es difícil, pero continuaremos nuestro trabajo incansablemente, hasta que la clase trabajadora en su conjunto se dé cuenta de los cambios necesarios en el país, y podamos debatir un nuevo proyecto de país, como lo hicimos, en las luchas sociales de la región del ABC, en la década del 79 al 89.
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