@NeiraClaudia nos trae la reflexión en torno a un nuevo 16 de septiembre. Intentando procesar las angustias de un pueblo que va pariendo un camino de luchas y resitencias.
El 16 de septiembre de 1955 una Argentina que por fin recorría
el camino de su pueblo, que construía dignidad y justicia social,
recibió un golpe implacable de quienes jamás se resignan a que los
humildes puedan levantar la cabeza y apoderarse de lo que les
corresponde. Ese día terrible se tabicó el avance de un pueblo que
construía su historia.
Creyeron que bastaba con derrocar a
Perón para que la Argentina vuelva a ser la de antes. Sin embargo el
movimiento nacional y popular superó esa prueba, se sostuvo con
dificultades y siguió en pie, pasó épocas de resistencia y de avance
pero sobrevivió en el aguinaldo, en la dignidad de las vacaciones, en el
voto femenino, en la organización de los trabajadores…Y por sobre todas
las cosas en el deseo de ser un país un poco más parecido a las
mayorías tantas veces silenciadas.
Muchos años después,
cientos de chicos y chicas estuvieron, por estos días, recordando un
hecho que ocurrió hace 36 años, Otro 16 de septiembre, de 1976.
Muchos
tienen entre 14 y 18 años, como los diez estudiantes secuestrados en
esa noche siniestra. Como ellos, pelean por el boleto estudiantil y
participan en sus centros de estudiantes. También, como ellos, se
sienten parte de la historia y la motorizan con una política que se hace
carne en ellos casi sin que lo adviertan.
El 2001 es para
muchos de ellos casi tan lejano como ese 16 de septiembre de 1976. Los
90, más lejanos aún, son una época que -social y culturalmente- es
ajena a la realidad que hoy viven, Aunque se asome de vez en cuando,
queriendo volver…golpeando cacerolas y gritando, pero sólo por un rato,
porque la política no es parte de esas vidas: El colegio es para
estudiar, el trabajo para trabajar y un día, un rato, nos juntamos a
protestar.
En cambio, estos pibes y pibas movilizados
desde diferentes identidades, ya entendieron que la política es parte de
la vida, porque un país distinto se debe construir en cada ámbito: en
el trabajo, en la universidad, en la casa, en la escuela, en el barrio,
en las organizaciones en las que militan…
Para algunos, el
puente con la política es el kirchnerismo, Para otros, otros tantos
diferentes espacios que encontraron para luchar por sus ideas. Para
todos ellos, los que militan y los que se sienten interpelados por lo
que pasa, la política es parte de su vida, pese a que una parte de la
democracia se les cierre, a la hora de ir a votar.
Está
claro que existe un hilo conductor entre esos dos oscuros días de
nuestra historia: el odio de aquellos que en nombre de la República, de
la defensa de una forma de vivir que supieron construir a su medida y no
están dispuestos a cambiar, son capaces de los peores atropellos y la
dignidad de un pueblo que se niega a resignar el sueño de un país más
justo.
Es por esa dignidad, por ese sueño que por momentos
parece estar más cercano y por momentos parece alejarse para no volver,
que vale la pena entregar todo el esfuerzo de cada hora y cada día.
Muchos jóvenes lo entendieron y eso nos da esperanzas.
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